MÁS SOBRE DECANOS

Por José Antonio de la Vega Torres

En una entrega anterior intitulada "Actor avejentado involuntariamente" escribí una aclaración alrededor de la palabra "decano". Entonces, señalé como tal al "Señor Telenovela", don Ernesto Alonso (q.e.p.d). Hoy, quien ocuparía su lugar en el decanato vendría siendo posiblemente, del lado de los actores, don Joaquín Cordero; y, del lado de las actrices, indudablemente doña Amparito Arozamena.

Insistiendo en el apego a los significados de las palabras, invito a mis lectores y en particular a los especialistas del medio del espectáculo a revisar estos nombres a fin de dar certeza a mis nombramientos (mismos que de confirmarse lo harían por la vía natural del acomodo de las generaciones).

LENGUA FUERTE, IMAGEN FUERTE, MONEDA ¿FUERTE?

Por José Antonio de la Vega Torres

Recientemente uno de mis contactos en Yahoo! Respuestas expuso la pregunta siguiente:

Razones de la suba de precios en Argentina? (sic)

Si bien la pregunta se da a entender, creo que una de las claves del conocimiento humano radica en la elaboración de los cuestionamientos. Es importante preguntar, pero más lo es saber hacerlo y esto incluye saber plantear las ideas. No se ofendan quienes redactan como hablan, pero es importante señalar que aquí es obvio que se está empleando terriblemente el verbo subir. La pregunta debería decir: ¿Cuáles son las razones del alza de precios en Argentina?

Defendamos y fortalezcamos nuestro idioma tratándolo con el respeto que nos merece nuestra lengua, factor de unidad, sobre todo si lo queremos tan sólido como podrían estar nuestras monedas frente al dólar estadounidense.

CONSTANTE EVOLUCIÓN


Seguramente habrás notado, amable lector que eventualmente te asomas por este sitio, que parece no tener movimiento por lapsos largos y de pronto asalta con un cambio notable, al menos en cuanto al contenido escrito.

Hoy el contenido es de mudanza. Sí, no es que deje de existir la revista que conociste. NO. Simplemente, en el acomodo de la información y las secciones, desde ahora se denominará este blog en particular "En Primera...", y tendrá como misión poner de relieve y comentar algunos hechos y dichos aparecidos en las primeras planas de algunos diarios, revistas o blogs; intentará imprimir velocidad y agudeza a los contenidos y vínculos entre los variados espacios que conforman mi revista y red de blogs. Y finalmente buscará llevar al primer plano el fenómeno comunicativo como razón de ser fundamental del ser humano.

Desde ahora, te invito a hacer el recorrido y navegar entre mis blogs-secciones, donde van apareciendo poco a poco los indicios de mis vetas. Puedes hacer esto desde mi blog central, para empezar, o desde la nueva ubicación de la Carta del Editor de Indicios Magazín-e. Y, en verdad, tu retroalimentación, tus comentarios son muy útiles. No dejes de por lo menos dejar una nota como "¡Aquí estuvo Chucho Cachuchas!". Hazte presente y date a notar.

Quienes somos

Por Antonio de Vega y Torres

¿Somos quienes somos? Y, los que somos, ¿quiénes somos? ¿Somos?

Preguntas sesudas o al menos divertidas, las anteriores. Que todos alguna vez nos hemos hecho y especialmente cuando confrontamos al otros, a ese desconocido que nos sale al paso, quizá extendiendo su mano franca o tal vez mirando de soslayo, suspicaz, cuestionando si nuestras intenciones serán aviesas o desinteresadas.

Cierta red social de reciente factura llamó mi atención por su propuesta, por su solo título. Es a la vez una afirmación y una duda. ¿Cuántos de los que ahí escribiremos seremos y qué seremos? ¿Nos definirán los mismos intereses o la contradicción?

Hay ocasiones cuando los que están no siempre son y, viceversa, los que son no siempre están. Nos decimos, al menos por lo que a mí respecta, interesados en romper las cotas que establece la profesión y así aproximarnos a los efluvios y devaneos de la opinión siempre voluble de la sociedad. Sí, de esa sociedad siempre algo desdibujada, impersonal, en medio de la cual no faltan los individuos enmascarados de villanos o de héroes. Pero, qué, ¿acaso se requiere ser algo especial o dejar de serlo para conseguir la cercanía?

"Sé tú mismo", nos enseñan nuestros padres cuando no nos inculcan el deseo de "ser el mejor". Un día, de pronto, ante el espejo y abandonados a la memoria, nos percatamos de quienes somos y, no obstante, nos preguntamos quiénes somos.

Grave pronombre relativo el "quien", revelador y enigmático. Y para que hurgues más en éste, quien escribe, te invito a recorrer mis vetas, comenzando por mi blog central, repasando mis indicios y, especialmente -mucho lo agradeceremos-, uniéndote a los esfuerzos de estas redes por las que somos... quienes somos.

REMODELANDO

Universo en expansión

Indicios Magazín-e y VETA Creativa están en plena remodelación. Disculpa las molestias que esto ocasiona. No por ello dejamos de publicar y de atender a nuestros lectores. Sobre la marcha se irán notando los cambios.

Dado que el cambio es lo único constante en esta vida, por lo pronto, pueden verse las primeras transiciones de nuestro medio visitando los siguientes sitios que comienzan a dar un mejor sentido a Indicios Magazín-e como una revista constituida por un Red de Blogs:

Es seguro que estas modificaciones en ubicación de algunas de las secciones, diseño, especialización temática, funcionalidad y variedad, serán del agrado de más de un lector. Esperamos sus comentarios.

Oración dubitativa


Pues es que tú, señor, me has hecho de dudas. Con el sofocante humor de la tierra me diste forma y con tu soplo divino aclaraste mi pensamiento primigenio. Pero también, oh, Dios, con dudas me alimentas al callar, al presentarte en sueños, al angustiar mi alma con tu aparente ausencia.

En mi soledad te descubro, pero en tu compañía no te hallo. Ciego ante la enternidad, apenas distingo tu palabra en tus actos y hechos de la naturaleza. Agobiado por las obras de los otros hombres y por las propias, ya no sé hacia dónde me orientan tus designios.

Deambulo por la vida sujeto a un deseo, impulsado por un deber, ejercitando un poder. ¿Tal vez debería liberarme del deseo y sujetarme a la posibilidad? Tal vez. Y, mira, de nuevo la duda. Bendita sea. Maldita sea. Maldita cuando rompe mi entendimiento. Bendita cuando me indica los caminos de la luz.

Indicios Magazín-e: Año 1, Vol. 1, Núm. 2

CARTA DEL EDITOR
Nuestro segundo número. Falta mucho por andar, pero mientras otros terminan, nosotros comenzamos a generar polémica y a expandir nuestra área de influencia. También hemos descubierto algunos indicios sobre lo que mueve al internauta y la manera como la red establece la conformación de nichos de opinión, que no necesariamente nichos de mercado.
Las primeras colaboraciones de Lenny Lennon, también con el nombre de pluma Wanda Time, para nuestra sección Géneros Con-Texto, ha circulado notablemente poniendo en evidencia la importancia que da una buena porción de nuestros lectores a la dignidad humana más allá del género que defina a la persona. La preocupación mostrada sobre el tema es señal de que los planteamientos objetivos y equilibrados, aun cuando sean polémicos, son capaces de unificar las percepciones sobre uno mismo y los otros.
Agradecemos los comentarios vertidos y aseguramos que ahondaremos cada vez más en la exploración de tales líneas de opinión, sobre todo ahora que además de nuestros espacios hemos incursionado precozmente en la tendencia más novedosa para la difusión de noticias por Internet: la red social.
Comunicación en dos pasos
En efecto, desde este temprano segundo número, los lectores podrán acceder, participar, votar y decidir sobre los temas, noticias y sitios que son de su interés, Los indicios democratizadores de la Internet marcan las nuevas pautas de interactividad y no podíamos dejar de sumarnos a ellas. Estamos seguros de que con la colaboración de todos, la hegemonía informativa detentada por unos cuantos medios tradicionales erigidos en emporios y preconizada por ciertos de los hasta hoy considerados líderes de opinión, irá desmoronándose para dar pie y entrada franca a un modelo de comunicación de dos pasos frente al más socorrido que pretende fijar arbitrariamente la agenda informativa.
Si bien esto es una nueva bondad de este medio -que pone en guardia a unos y a otros fascina, como bien apunta Jean-Francois Fogel en un artículo publicado en la revista Letras Libres y al que se puede llegar desde nuestra columna Monólogos y Navegaciones-, no deja de ser limitante, como naturalmente sucede a todo modelo comunicativo; máxime cuando la selección de las fuentes puede otorgar niveles de influencia a individuos y organismos que son, o bien del viejo cuño o, yendo al extremo, zafios y vacuos, pero de cualquier forma del gusto popular más difundido, es decir no precisamente el mejor, pero sí el idóneo.
¡Termina ahorcado noticiario mexicano!
Finalmente, en el afán de contribuir al equilibrio democrático de la información, dedicamos este número a incluir no sólo novedades sino compromisos prácticos hacia aquellos que, de un modo u otro, han servido de guía y ejemplo. Asimismo, a partir de ahora el lector podrá encontrar en este blog-portada de Indicios Magazín-e publicado por VETA CREATIVA, índices de contenido formados a partir de los feeds de nuestras secciones y columnas, lo que sin duda dará más dinamismo y flexibilidad a las mismas, que no necesariamente estarán sujetas a una formalidad editorial en su actualización como sí ocurriría de tratarse este de un medio impreso (algo que aspiramos producir, por supuesto, en un plazo razonable).
Muestra por lo tanto de nuestras novedades es el video expuesto enseguida más que como una reminiscencia, como una protesta solidaria entre colegas.

Viernes 6 de julio de 2007. Última transmisión del noticiario Monitor

ESPIRAL INFORMATIVA


Cambalache virtual

Por J. Antonio Castillo de la Vega

Desde que lo cree, mi Paréntesis ha servido para permitir un alto en el camino y ver las cosas, hechos, personas e ideas, con la mesura del paseante que busca aparentemente distraído aclarar su pensamiento.

Desde hace algunos meses, este espacio, ahora transformado en blog junto con el resto de las secciones y columnas que conforman Indicios Magazín-e, ha servido para, además de lo dicho, descubrir mundos que se internan en otros mundos como en una interminable espiral.
Así, menos como Magallanes y más como el capitan Ahab, que vivió obsesionado con pescar a Moby Dick, o como el capitán Nemo, quien hizo lo propio en su afán por separarse de la humanidad, de un tiempo a esta parte me he descubierto convertido en una especie de eremita que, desde su cueva, aislado y sin embargo observante del entorno, lanza arponazos con la esperanza de sobrevivir, navego entre sitios, páginas web, blogs, videoblogs, audioblogs, etcétera. Me descubro difuminado entre noticias vacuas y agendas mediáticas.
A la deriva, un fenicio del siglo XXI
Repentinamente, más allá del albotoro y la revoltura informativa, escucho voces que apelan a la regulación, a la normatividad, y a estas se oponen otras no menos altisonantes de defensores de la libertad sin cortapisas.
Por un lado, padres preocupados por los contenidos que atienden sus hijos. Por el otro, hacedores despreocupados de la responsabilidad de sus actos expresivos. En medio de ambos, puestos como extremos del paréntesis, el resto de los mortales mareados y sin orientación giramos halados al fondo del torbellino de palabras e imágenes.
Lo irónico del asunto es que, como si se tratase de un agujero negro, semejante remolino del que trata de zafarse sin éxito esta entrega (o post, para usar el término técnico), absorbe todo lo que está en su proximidad: sitios web, blogs, páginas corporativas, fotos, videos, audios del momento, las señales digitales de radio y televisión, e-books, artículos; bibliotecas, tiendas, bancos, gobiernos virtuales, portales eclesiásticos, trampas estafadoras... Todo va a dar al pozo sin fondo de un oceano inmisericorde donde quizá habitan monstruos hambrientos y espantosos.
En fin, voy ahora navegando amparado bajo el velamen de estos párrafos y, aun cuando mis instrumentos de medición me indican que voy por el rumbo trazado, en verdad desconozco si más allá del horizonte de tu mirada, estimado lector, arribaré a buen puerto.
Sólo de un modo puede saberse a ciencia cierta: cuando la capitanía de puerto que habita en tu intención expresa abiertamente, mediante la bandera de tu comentario, la calma o la tormenta que avisora.

Aprendiendo a morir (Presentación)

Desde mí

Por Antonio de Vega y Torres

"Filosofar es aprender a morir" es el título de uno de los numerosos ensayos del escritor francés Michel Eyquem de Montaigne, importante autor renacentista. He querido comenzar este espacio con este tema por una simple razón: vivir es morir.

En verdad a muchas personas la muerte les resulta un tópico azas incómodo y prefieren disociarlo de toda referencia vital. Pues piensan que la muerte es desasosiego tanto como inmovilidad, cosa de espanto o indeseable, pero muy pocas veces se detienen a mirar que es lo más cotidiano y presente.

La respiración, mucho más que otras manifestaciones humanas como la risa, el trabajo incesante, el sexo o el sentimiento de culpa, por ser puramente de orden biológico es el principal indicio que nos permite comprender el valor de la vida y su vínculo indisoluble con la muerte.

Dos caras de la misma moneda, vida y muerte nos definen, nunca seremos nosotros quienes las determinen ni con leyes o buenos deseos, tampoco con actos pervertidos u odios recalcitrantes.

Comprendernos como seres humanos, a cabalidad, debería comenzar por el entendimiento de todo lo que rodea e implica a la vida como tránsito para la muerte. Igualmente, parte de ese comienzo debería ser el entendimiento de todo lo que rodea e implica la muerte en tanto fin último de la vida, tal como la conocemos.

Sin marginar puntos de vista, aproximaciones a este tema. Las meditaciones antropológicas que podrás leer aquí se encaminarán precisamente al engarce de aquellos pormenores de la vida y la muerte que nos hacen ser quienes somos: la risa, las lágrimas, el amor, la pena, los valores en todas sus formas, la política, la economía, la ecología, y en el centro de todo YO. Sí, YO; pues tendrás que perdonarme, estimado lector, internauta, paseante, curioso, o como quieras significarte, ya que, como decía el filósofo y novelista español Miguel de Unamuno, palabras más o menos, "sólo me tengo a mí para explicarme la vida".

Cada mañana, al despertar y descubrirme respirando, puedo percatarme de las múltiples posibilidades que me ofrece la vida y vivirla intensamente, no como si fuera a acabarse de pronto, sino aquilatando lo que acompaña a cada soplo, o puedo simplemente transitar. Y no es que sean dos formas de vida, una consciente de sí misma y la otra transida de rutina, sino son simplemente dos formas de morir: una, viviendo; la otra, muriendo.

Mientras tenga vida, meditaré sin sistema sobre estas y otras razones. Mientras vaya muriendo, meditaré sobre el significado de ser humano. En ambos casos, sin esperar una conclusión teorética o dogmática, por otra parte totalmente absurda de alcanzar. Pero sí comprometido conmigo. Desde mí, para mí, en mi mundo. Circunstancia y situación. Solamente un ego, YO.

Historias al vapor 01


Balón pié

Quién iba a pensar que después de 18 años de cuidados intensivos, sanaciones, limpias, purgas, exorcismos, rezos, circo, maroma y teatro para contrarrestar los efectos hipnóticos, fanáticos, pasionales, escandalosos y tumultuosos así como la limpieza profunda y constante –de esas que hasta duelen- de la mancha consanguínea que desafortunadamente había cargado durante los primeros ocho años de mi existencia, me iba a encontrar aquí sentado, contando esta historia...

Entre olas y patadas
Cuando la selección mexicana le ganara a la selección Búlgara en 1986 en pleno Estadio Azteca donde ya no cabía un alma más, yo no podía comprender muy bien lo que pasaba, todos levantábamos los brazos de manera intermitente formando así la famosa ola mexicana -que nos diera aún más fama de ocurrentes y creativos-, el comercial de la chiqui-ti-bum pasaba una y otra vez en las enormes pantallas del Azteca, corrían los vasos de cerveza, los perros calientes, se escuchaban los silbidos, las porras, los cornetazos y aún cuando no me lo creas, en aquellos ayeres, hasta los granaderos podían, despreocupadamente, permanecer atentos a las acciones en la cancha y los más aguerridos, hasta tomarse una cheve a discreción.

No sé en que momento le perdí el gusto al deporte de las patadas -si hasta lo llegué a jugar durante la escuela primaria y tenía una colección de estampas de los jugadores por países- y peor aún, comencé a considerarlo como un complot extra-terrestre para mantener distraídas a las masas o en el mejor de los casos para controlarlas –porque no vas a negar que el balón-pie controla poco más a la raza que la religión que practican- me resultaba aberrante la manera en que los aficionados permitían que la pasión se adueñara de sus estómagos e hipotálamos y se soltaran a llorar o a gritarle al televisor, cómo salían eufóricos a las calles cuando su equipo ganaba y sin más, detenían el tránsito de la avenida Reforma para juntarse en el Ángel de la Independencia y así promover el auge de las nuevas tradiciones mexicanas, pero algo sí es seguro, de que le perdí el gusto, se lo perdí, en verdad, si hasta evitaba las conversaciones sobre el tema, es más, nunca pude conversar al respecto con nadie, tanto era mi desinterés que ni sabía de estas cosas.

Quesadillas, tostadas de pata y novias con sabor a estadio
Y es en esta parte de la historia donde repito, quién iba a pensar que después de 18 años de cuidados intensivos, sanaciones, limpias, purgas y exorcismos, me iba a encontrar aquí sentado, comiendo una quesadilla de tinga en compañía de mi novia (Puma de corazón), mi suegro (anti-Puma de corazón y Pachuco de corazón) y mi suegra (partidaria ocasional del equipo favorito de corazón) con mi cara de palo, mis sonrisas condescendientes y un sinfín de preguntas reglamentarias inundándome el cerebro, -pero ahora entiendo lo que el contra-golpe significa, también del saque de meta y el de banda, el tenso penal, arbitro hijo de la chingada, si hasta me da coraje cuando interrumpen la transmisión para irse a comerciales- contando la historia de una época donde las Águilas del América han perdido preocupantemente a miles de adeptos al igual que las Chivas rayadas del Guadalajara, los Pumas de la UNAM llegan al bicampeonato y vaticinan un triple con la contratación de Bruno Marioni; un narcotraficante funda su propio equipo con el que segurito lava cantidades importantes de dinero, le pone Los dorados y nadie la hace de pedo, por todas partes vemos playeras, banderas, pintas, tajes, gorros, sombreros y hasta bufandas de su equipo favorito, el sí se pue-de, sí se pue-de, es hoy por hoy una plegaria que corean los alborotados aficionados, era una época salvaje donde la violencia entre porras se ha convertido en un incentivo para asistir a los estadios, una especie de costumbre animal les hace insultarse a diestra y siniestra y danzar por las calles y avenidas gritando conjuros extraños y por veces incomprensibles, era una época en la que el fútbol se ha convertido en un larguísimo y fortísimo brazo de la mercadotecnia de muchas marcas y ahora el sí se pue-de lo gritan los empresarios que a pasos agigantados inflaman sus arcas con el dinero de -los por fin pertenecientes a un movimiento- consumidores, era una época de excesos, de leyes incomprensibles, de brutalidad y de ignorancia, de goyas y huelums, de pechito en el césped, de caguamas y Bacardi.

¿Mi aprendizaje de todo esto?, Saber que al final de cada partido, seguiré teniendo una novia futbolera pero contenta, barriga llena, ideales rotos y una cita para el próximo encuentro, a la misma hora y por el mismo canal, sólo me queda una duda, ¿quién pagará esta vez las quesadillas?

Historias al vapor



Introducción
Emiliano alzó la voz entre carcajadas y cerveza –¿no les has contado la historia del vapor?- a uno de sus amigos, en ese instante, la hermosa chaparrita a quien yo acompañaba esa tarde y un servidor, cruzamos las miradas como si a los dos nos hubiese caído un veinte, fue así que nació este concepto de “Historias al vapor”, que muy por el contrario de lo que cochambrosos y mentes non-sanas pudiesen pensar, no son cuentos (aunque podrían serlo) surgidos de un sudoroso baño de vapor comunal, donde al calor (obviamente) del vapor y un buen habano, podrían contarse estas y peores aún vivencias.

“Historias al vapor” es una selección de vivencias cotidianas que después de masticarlas concienzudamente, desmenuzarlas y limpiarlas, se someten a un periodo de cocción estilo olla express, donde se ablandan y amoldan para ser más que un manojo de renglones, un sabroso motivo de entretenimiento pasajero y de vez en cuando, un poco de reflexión.

Vengan pues lectores míos, a disfrutar de esta nueva saga de aventuras que de pronto podrían ser trozos de la vida mía y en ocasiones de algún incauto que se atraviese en mi camino.

Indicios Magazín-e: Año 1, Vol. 1, Núm. 1

Sucede en ocasiones que los primeros indicios no son los más adecuados para establecer las bases de un nuevo proyecto.

Como suele ocurrir a cualquier proyecto vivo, esta revista electrónica ha estado sujeta a mejoras, modificaciones y replanteamientos, todos tendientes a propiciar la conformación de un medio de comunicación eficiente y satisfactorio, tanto para sus hacedores como a los ojos de sus lectores y patrocinadores, ya sean habituales o esporádicos.

Borrón y cuenta nueva

Indicios Magazin-e comenzó a hacerse visible con algunos tímidos coqueteos hacia noviembre de 2006, en otro sitio muy distinto de este. Luego, en marzo de 2007, lanzó lo que denominó su primer número "oficial". Tras varios intentos, análisis y reflexiones, luego de atender a comentarios, opiniones y consejos de propios, ajenos, expertos, neófitos y usuarios, ahora sale en este nuevo formato, atendiendo a razones centradas en la mejor difusión y administración de los contenidos, así como la más eficiente funcionalidad publicitaria y con la aspiración a dejar una huella decidida en el ánimo de los visitantes, seguidores y patrocinantes.

En el afán de hacer de la experiencia el sello distintivo, así, nuestra pretensión es presentar nuestros indicios de manera más amable, fresca, interactiva, pero sin menoscabo de la formalidad editorial. Se trata de una honesta proposición desde nuestra VETA Creativa.

La finalidad es salir de lo usual en la hechura de medios de expresión similares y proveer al internauta algo más que una simple colección de blogs, o diarios personales para el desahogo de las emociones, o espacios para el intercambio y el entretenimiento.

Mapa del sitio y contenido

Cada palabra, imagen y composición, podrá estar seguro el lector, apuntan a la formación de un criterio, al reforzamiento del español como segunda lengua en uso en la Internet, al interés de llenar en lo posible los huecos analíticos en el marasmo informativo de hoy.

Al explorar nuestras VETAS, ya sea a través de las secciones, columnas, colaboraciones y entregas de esta revista, o mediante los servicios de nuestra VETA Creativa y de nuestros patrocinadores, hallará indicios, señas suficientes para la reflexión y el diálogo.

A partir de la publicación actual, el lector encontrará debajo de esta editorial un índice con los textos que conforman al número mostrado. Ahora, por única vez, incluimos los títulos primigenios y quizá el lector no tuvo oportunidad de conocer en su momento. Algunos de estos textos originarios se han reubicado para su mejor localización. Por esto, desde este número, la información estará mejor organizada, será más interactiva; se abre la posibilidad de aceptar colaboraciones y se añaden nuevos elementos y contenidos.

Disfrute pues su estancia y su recorrido; no deje de retroalimentarnos con sus sugerencias, comentarios y colaboraciones. Y a nuestros clientes y anunciantes actuales y potenciales, les agradecemos de antemano su preferencia.



CONTENIDO

RECORDANDO EL GOZO



Del diario a la experiencia


Por J. Antonio Castillo de la Vega



Enseguida comparto con ustedes la carta que le escribí al ilustre escritor Aurelio Asiain, con motivo de la edición de la revista literaria Paréntesis.

Naucalpan, Edo. de Mex., México, 18 de mayo de 1999




AURELIO ASIAIN

REVISTA PARÉNTESIS

P R E S E N T E




Distinguido señor Asiain:

La presente es para felicitarlo por la reciente presentación y publicación de la revista Paréntesis que usted dirige y, asimismo, para congratularme por el significado personal que supone tal aventura literaria.




Esto último que anoto le parecerá excesivo, pero dista de serlo porque hace algunos años abracé, como ahora usted, la idea de crear una revista justamente con el título de “Paréntesis” como extensión de la columna intitulada igualmente y que, entre 1989 y 1994, escribí asiduamente en el diario El Universal bajo el pseudónimo de J. Antonio Castillo de la Vega con la siempre atinada ilustración de caricaturistas como Trizas, Olivier y Paco Baca, y la cual se definía ya en la primera entrega como: “Un apartado pujante repleto de dudas que van de la preocupación más banal a la más honda. Un aglutinamiento de ideas y opiniones diversas que tienen que ver contigo...”.




Hoy que el sueño toma forma en manos experimentadas me pongo a sus órdenes ofreciéndole mis servicios como colaborador del que, estoy seguro, será un importante medio para el mundo de la cultura. Me parece una buena oportunidad para revivir mi columna e infundirle nuevo aliento, perfilarla más adecuadamente dentro de la filosofía que le dio origen e incluso enriquecerla con la filosofía del paréntesis que ahora se abre de manera aún más patente como un medio de reflexión y de expresión.




Por favor, no me niegue la oportunidad de volver a empuñar la pluma para un medio. Si usted me pregunta cuáles son mis aspiraciones, he de responderle con la voz de Rilke en el corazón que escribir, escribir, ¡escribir! está en el centro de mi vida y, colateralmente, fungir como un líder de opinión veraz, polémico, persistente, conocido y reconocido dentro y fuera de México. En su momento, Paréntesis (la columna) fue un proyecto joven, ha llegado el tiempo de ser fruta madura.




De nuevo reciba un saludo afectuoso. Seguro de su atención y de su pronta respuesta, quedo de usted s.s. Adjunto copia de los últimos Paréntesis publicados en El Universal así como resumen de mi Curriculum Vitae y una propuesta.




Atentamente




Lic. José Antonio de la Vega Torres (J. Antonio Castillo de la Vega, pseud.)




Luego de esta misiva, no supe si la colaboración que envié salió publicada. Sólo compré el número 5, vi que fue creada una versión en línea y la cual después dejó de salir (creo). Si alguien sabe algo comenten al respecto. Espero sus palabras puestas entre paréntesis.

---------------------------------

P.D.: Hoy, 24 de agosto de 2011, el distinguido y apreciable señor Asiain y un servidor compartimos contactos gracias a las modernas redes sociales, como Twitter, nos seguimos mutuamente con gran respeto. Donde él ahora se encuentra, en Japón, continúa laborando y elaborando en las letras, ha abrazado con fruición el oficio de fotógrafo, entre otras ocupaciones. Mientras un servidor sigo escribiendo, ya lo ven, estos Paréntesis y otros Indicios.



MI VIEJO PARÉNTESIS

Puntos suspendidos... entre paréntesis
Por J. Antonio Castillo de la Vega

Corría el primer día de junio de 1990, cuando di mi primer "apretón de tinta" a modo de saludo público a través de un medio masivo de comunicación impreso, el diario El Universal.
Así comenzó mi oficio de articulista cuando, convocado junto con otros jóvenes por mi estimado colega y amigo Enrique Bustamante Martínez, me di a la tarea de poner entre "paréntesis" sentimientos e ideas bajo el influjo renacentista de Michel Eyquem de Montaigne.
Ahora, diecisiete años después y en la independencia casi total (siempre se depende de la necesidad y de los caprichos del tiempo), veo la oportunidad de reabrir el Paréntesis que se cerrara el 5 de febrero de 1994, para dar paso a otros signos, puntuaciones y acentos de la vida.
Divertimento en equipo
En aquella primera época, mi viejo Paréntesis fue brillantemente ilustrado por los artistas José Luis Diego Hernández "Trizas" y Paco Baca, quienes con esa agudeza sintética que caracteriza al buen dibujante de cartones (a mucha honra: monero), supieron traducir mis argumentos, sandeces, lúcidas ocurrencias o extravíos verbales, en imágenes breves, editoriales punzantes, crónicas puntuales y bocetos armoniosos y simpáticos.
Tras la etapa iniciática devino, como es natural, la encrucijada. Ante mí se expusieron varios senderos atractivos de la profesión de comunicador y comunicólogo. Curioso e insaciable recorrí varios de ellos: el camino de la docencia, el pasillo de la televisión, el andador mágico de la radio. Ahora, en la carretera de la información, encuentro un espacio idóneo para retomar los corchetes y ofrecer mediante ellos una suerte de fuente de sodas en la que los lectores paren un momento a refrescar la memoria, a alimentar la curiosidad, a descansar la pata rajada. Ojalá vuelva a ser de su gusto.
Paréntesis diseminados
Luego de la primera aventura periodística, el paréntesis pareció diseminarse por el mundo, como se constatará en una próxima entrega. Primero salió una revista literaria editada por el connotado Aurelio Asiain. Luego esta revista tuvo su versión en línea. Más tarde varios canales de televisión de paga usaban la idea del paréntesis para sus cortes promocionales entre programas. Más recientemente he visto que hay revistas y sitios en varios países con el nombre Paréntesis, unos dedicados a la música, otros a la literatura, otros sin un perfil determinado.
En fin... Lo bueno es que el derecho de autor no está a discusión. Porque el paréntesis no puede ni debe ser puesto a disposición de uno solo como propiedad intelectual, pues ¿se imaginan cuántas demandas habría sólo por cada pensamiento que tomara forma en el silencio de nuestra cabeza?

ACTOR AVEJENTADO INVOLUNTARIAMENTE

Una palabra y... ¡ni Matusalén!

Por José Antonio de la Vega Torres

Foto: esmas.com/Marco Polo Dávila

En la reciente entrega del premio TVyNovelas, transmitido en vivo el domingo 13 de mayo, distintos errores de redacción por parte de los guionistas en los textos de la narración off abonaron varias perlas lingüísticas dignas de mención. Aquí sólo incluiré dos a modo de muestra.

Manuel Ojeda, la edad y el prestigio
El error más craso lo cometieron cuando, en el segmento cuya conducción quedó a cargo del actor Manuel Ojeda, los escritores pusieron en boca de la locutora una descripción de este importante histrión mexicano calificándolo como "el decano de los actores". ¡Qué! Manuel Ojeda definitivamente debería sentirse ofendido. Estoy seguro que los guionistas no tuvieron intención de afectarlo, pero lo hicieron en su ignorancia, pues al querer loar al personaje por su prestigio, terminaron sumándole años. Decano, conforme al Diccionario de la Real Academia, es un sustantivo (no adjetivo) que denomina a la persona "más antigua de una comunidad, cuerpo, junta, etc. Quien con título de tal es nombrada para presidir una corporación o una facultad universitaria, sin embargo de no ser el más antiguo". Que sepamos, Manuel Ojeda no cumple la última parte, y con respecto a la primera, si alguien es decano en la comunidad de los actores del cine, el teatro y la televisión mexicanas, ese solamente es hoy por hoy don Ernesto Alonso.

La fea más bella y la lógica
La segunda perla idiomática la apreciamos cuando los escritores pusieron en voz de la locutora que presentaba el segmento del premio al programa más popular, la idea de que, respecto a la telenovela La fea más bella, "nadie en México dejó de ver por lo menos uno de sus capítulos". ¡Vaya lógica! ¿Qué quisieron decir con esa construcción gramatical? El silogismo no cuadra. Si nadie dejó de ver por lo menos uno, entonces todos vieron a lo sumo, o sea cuando mucho, uno. ¡Qué flaco y contradictorio favor le hicieron al innegable alto rating de la mencionada novela. Lo que debieron haber dicho es: Nadie en México se perdió ni uno de sus capítulos.

En fin, errar es humano. Pero una adecuada revisión y correción al estilo de los libretos evitaría semejantes fallas groseras o incongruentes como las mostradas.

OJO AL GATO Y AL GARABATO

Cuando Tunik nos convoca
Por J. Antonio Castillo de la Vega
Foto: Guacamole Project



Luego de la espectacular convocatoria para la foto de cueros en el zócalo capitalino, me di a la tarea de investigar en la Internet sobre los sitios que existen especializados en satisfacer los ardores de los mirones (no me refiero a los sitios porno), y me quedé pasmado de cuántos voyeristas profesionales y expertos en voyerismo existen en el mundo. Sin ir más lejos cito sólo uno de carácter enciclopédico: Gente Natural.
Ojear es una actividad extraña a la vez que divertida e irritante que resguarda a quien la ejerce de las complicaciones de la existencia tal y como la padecen los otros en un momento dado, pero que también le hunde en un piélago de calamitosas frustraciones producto de su cobardía revelada, o de su prudente discreción.

Mirones que no son de palo
Los franceses llaman al "ojeador", voyeur (veedor) y a la considerada por muchos fea —por indecente— costumbre que él practica, voyeurisme; y, si bien esta denominación (sustantiva e incluso adjetival), que algunos consideran chocante por extranjera, ha sido utilizada para describir un comportamiento vinculado con ciertas desviaciones de índole sexual, en realidad designa a un personaje de nuestra sociedad que se antoja tristemente simpático o de un patetismo dicaz: el curioso, mirón, metiche, oteador, vigía, centinela, espectador, espía, fiscal, inspector, fisgón, observador.
Criatura del otero, este personaje singular deambula por el mundo escudriñando hasta el más mínimo detalle de las cosas que pueden servir lo mismo para su provecho que para el de otros, y desde su punto de vista cumple una función social, digamos, bien institucionalizada o, por lo menos, reconocida.
La discreción es a veces su disfraz, pero por lo común recurre al cinismo o a una supuesta indiferencia para ocultar las verdaderas intenciones y motivos que lo impulsan a entremeterse en los asuntos que en principio le son ajenos.
Pero me sorprendo de lo que he esbozado hasta aquí; porque he referido veladamente una vocación humana de múltiples facetas, pues todos aspiramos a ser en cierta medida y conocemos alguna clase de "ojeador", o como queramos llamarlo (periodista, científico, político, sacerdote, artista, comadre...).


De entremetidos y oficiosos
Quizá el más familiar es el que hallamos representado en los folletines, las comedias clásicas e incluso en las telenovelas con la figura de la vecina metiche; esa mujer de relativa madurez, cabello entubado, aparentemente distraída, por mencionar sólo algunos rasgos del estereotipo, es capaz de colmar la paciencia del más santo con sus ocurrencias impertinentes y sobre todo con sus intervenciones inoportunas.
Examinarla con lupa ya resulta exasperante, pero también enternecedor, porque esta clase de fisgón aprendiz de espía expresa con su supuesto desatino esencial no más sino su ansia de pertenecer al mundo, mejor dicho, su angustia de saberse ese otro al que todos tememos y rehuimos; y por este reconocimiento que en la mayoría de nosotros está aletargado a causa del ajetreo y las preocupaciones cotidianas, pretende insertarse en la existencia asumiendo un yo de identidad forzada.
Los metiches se entremeten en las vidas que consideran paralelas a la suya, no precisamente por un afán insano de observar lo que no les importa, aunque en la superficie así nos lo parece a todos, sino más bien por impulso de un rasgo infantil inherente al ser humano: la curiosidad.
Si especulamos más, podríamos decir que todo metiche es una criatura (en todo sentido) que aprende vicariamente, o sea mediante las conclusiones que obtiene de lo que ve en o acerca de otros, de modo directo o con el rabillo del ojo, para establecer patrones de conducta acordes con diversas situaciones, y quizá no estaríamos alejados de un tipo de verdad; empero, no podemos pasar por alto que el resultado de dicha experiencia la mayoría de las veces cae en lo prejuicioso por carecer de un método capaz de llevar por buen curso la investigación del entorno en la circunstancia particular. No obstante, cuando el ojeador se percata de la necesidad de establecer vínculos entre lo que percibe y la realidad que trata de definir, poco a poco desarrolla un plan de observación; entonces el metiche se vuelve un vigilante sistemático.

Fisgones metódicos o científicos de profesión
La antesala de la ciencia es la observación y eso ni quien lo dude; pero ocurre que en esa antesala muchos (la mayoría de la humanidad) se duermen en sus laureles apenas han repasado lo evidente, ya sea la silueta femenina o la trayectoria de un electrón (no muy obvia, por cierto). Esos atolondrados no han reparado en la importancia que tiene todo sentido (los cinco de nuestra fisiología, el de la calle, el de un vector y, más, el significado de las cosas).
El niño tentón vive exageradamente tratando de hallar el sentido de lo que existe a su alrededor y la posible reciprocidad de eso para con él. Cuando se da un toque (vulgarmente: choque eléctrico) se coloca lo mismo a un paso de los griegos y egipcios admirados de las facultades del ámbar, que en la proximidad de la muerte. Y descubrir esta dualidad lo conduce, o al camino de la templanza, o al de la angustia temeraria. Cuando este mismo niño se droga (es decir, se da toques) el descubrimiento que hace es similar pero atrofiante y sólo lleva a la confusión de las ideas (en sí mismas, a veces, poderosa droga) y a la autodestrucción.
Detrás de toda observación están las insistentes preguntas qué, cómo, para qué, por qué y quién, y lo que en todo caso diferencia a un espectador de otro es el grado de importancia que cada uno da a cada una de estas cuestiones, en peso, orden y significado; pues no es lo mismo que un centinela inquiera "¿quién vive?", a que un fiscal demande "¿cómo se declara, culpable o inocente?"; o que un inspector de salubridad pida cuentas al propietario de un restaurante; o que un mirón paralice el tránsito por interesarse en ver qué pasó en el carril vecino; o que el público en una sala de cine interpele a su "Ello" acerca de las sensaciones que le despierta una escena determinada. O que un periodista equis cace con el lente o la pluma a fulanito para sacarle sus trapitos al sol; o que una maestra o una madre enseñen al infante a observar las reglas de urbanidad y cierto grado de civismo; o que un "colado" en un velorio examine los designios de Dios.
Quizá este examen es el último, más sutil y difuminado de todos los que hace cualquier "ojeador". El niño en medio del juego, el anciano al disponerse a dormir, la beata, el agradecido al despertar.
El científico busca con insistencia a Dios en las leyes del Universo, pero el límite racional que le impone la incertidumbre, es decir la duda, de la misma manera que le revela el cómo y el cuánto de lo que existe, también lo aleja del por qué y el para qué primigenios; pues al dudar de la inmanencia menoscaba la fe pero, igualmente, al precintar con fervor el orden natural de las cosas reduce la posibilidad del azar y la casualidad.
Vámonos viendo... y dudando
Nuestra sociedad pasa mucho tiempo viendo a través de diversos medios lo que ocurre en la cercanía y en la distancia; las imágenes y las palabras nos asaltan más allá del diario y de la pantalla de televisión, haciendo de nuestra conciencia el crisol justo en que se cuece toda clase de datos para conformar una compota capaz de adherirse a la cotidianidad y despertar en cada uno de nosotros un hambre ansiosa y enfermiza de conocer... sin saber. Y si bien por una parte vuelve más sensible nuestro apetito de noticias y de modas, por otra envisca la imaginación.
Si con Santo Tomás nació la idea de "ver para creer", con Descartes la noción de "dudar para ser", hoy el planteamiento es "ver para dudar".
Entonces, otear sistemáticamente aplica a la ciencia lo mismo que hacerlo con obsesión supone morbosidad. En el primer caso la razón se sobrepone a los deseos, mientras en el segundo se confunde con ellos y así provoca que se desvirtúen el instinto y la imaginación.
Al momento de escribir este ensayo tengo frente a mí una imagen publicada por El Universal el 22 de febrero de 1993 en la que se aprecia un individuo visto de espalda, vestido con una playera en la que puede leerse la leyenda: "observador electoral", y de cuyo hombro pende una cámara fotográfica. Mirar dicha imagen me ocasionó la impresión repentina de estar frente a un espejo peculiar, mágico, en el que uno, al asomarse a la superficie reflejante, como en un acto de redescubrimiento de sí mismo, puede ver la propia nuca.
Ahora que he decidido publicarlo, este ensayo se concentra en las potencialidades inhibitorias del ojo desnudo.

TODOS OPINAN

La Perinola de la Comunicación

Por J. Antonio de la Vega

Desde finales de los años noventa, la gente parece estar jugando a diario el juego de la perinola comunicativa. Con cada acontecimiento, todos tenemos algo qué decir, algo qué opinar.

Opinión y verdad: dos hermanas rijosas
Buena o mala, enterada o estúpida, la opinión pública es hoy la medida de casi todo lo que sucede en la sociedad, la economía, la política y hasta la casa. Gobernantes y artistas dependen hoy más del qué dirán, que del qué demostrar. El sondeo, la encuesta, la entrevista callejera se han vuelto el reflejo distorsionado y parcial de la realidad nacional o internacional y, sin embargo, sirven de pauta para las decisiones cruciales.
Obras van y vienen, imágenes se crean y destruyen, y en medio de la batahola que suponen los dimes y diretes del enterado bolero, suerte de periodista con la frustración de pulir la palabra en la superficie del zapato; o de la peluquera, remedo de conductora de petate radiofónico, la verdad es puesta en boca de todos y de nadie.
La verdad queda oculta tras los labios de la maledicencia u olvidada por la desmemoria del consumidor de mensajes de segunda mano.

Un mundo de falsos predicadores
Hoy, parafraseando al tango "Cambalache", da lo mismo ser experto que novato, sabio, chorro o estafador. Todos tenemos una palabra de aliento, una frase críptica, el enunciado dicaz y flamígero que arregla el mundo, deshace entuertos y resuelve conflictos.
Todos gozamos, unos más, otros menos, de cierta libertad de expresión y la ejercemos alegremente, sin reparar en las obligaciones que conlleva el derecho que la sostiene.
A cualquiera, creemos ilusos, se le suelta el micrófono, se le planta la cámara, para que diga lo que provenga desde su ronco pecho. Y ya aquella ama de casa teoriza sobre economía, cuando aquel otro viandante aconseja a los senadores sobre cuestiones técnicas legislativas.
La costurera difama a la cantante que le representa su mayor anhelo frustrado, como el periodista amarillo acomete cual burel afiebrado contra la figura opaca de un presunto criminal. Ética, necesidad, ímpetu, solidaridad, descontrol se resuelven en cada titular, en cada emisión radiofónica, en cada cafetería, incluso en espacios de expresión como este.
A la opinión educada le sigue la grosera y, a esta, la petulante violencia verbal, la misma que cuando no encuentra coyuntura dialéctica pasa de la conversación a la pelea sin mediar disculpa ni ejercitar la tolerancia.

Suma de opiniones
Por lo anterior, desde nuestra próxima entrega, aparte de nuestra opinión, nuestros estimados lectores podrán encontrar aquí, a modo de aforismos, extractos de opiniones comentadas de distintas personas en torno a variados temas. Efectuaremos citas que nos proveerán de indicios con los cuales podremos orientar nuestro personal criterio, para concluir lo más pertinente e íntimo sobre lo dicho y acontecido en el mundo, especialmente en el mundo de habla hispana; y México de modo más concreto.
A partir de allí, nuestros lectores nos podrán incluso hacernos llegar su pensamiento y su sentir, a sabiendas de que su opinión también será tomada en cuenta y, quizá, citada junto a la de renombradas personalidades.
Porque, en definitiva, todos tenemos la palabra, pero pocos la tomamos... en serio y con responsabilidad.

Anuncio víctima de la programación

Bienvenidos a este espacio, amigos lectores. He querido comenzar este espacio con una especie de divertimento que en ocasiones los analistas ejercemos cuando de atender a los contenidos de los medios se trata.
Para esto he de advertir que, a pesar de lo escrito aquí, las verdaderas intenciones de creadores y programadores suelen ser un misterio, por lo que no nos hacemos responsables si estas son diametralmente distintas de las que finalmente sus actos y obras provocan en el espectador. Nosotros analizamos la obra, por lo que la obra tiene qué decir; no analizamos la pretensión del creador ni los usos o gratificaciones del espectador.

De la teoría a la práctica
Entre las teorías existentes para explicar el fenómeno comunicativo hay dos que nos servirán de sustento para nuestro primer análisis y entrega, para esta interesante y novel revista electrónica Indicios Magazín-e de VETA Creativa. Nos referimos a las teorías del "establecimiento de la agenda" y de la "interpretación".
No nos detendremos en ellas por obvias razones de espacio y temática. Baste con decir que un programador de contenidos de medios define, a partir de ciertos criterios de la empresa para la que labora, cuál es el orden de aquéllos; es decir, determina qué va a ver o escuchar el espectador, en qué canal, a qué hora; y todo esto a despecho del espectador mismo cuya opinión, aun siendo la del consumidor de los mensajes, importa muy poco al programador, a no ser en términos de penetración, alcance, raiting y ranking, entre otras razones de orden mercadológico.



¡VIVA EL DESMADRE MEXICANO!

Por José Antonio de la Vega Torres

(Texto publicado originalmente en marzo de 2007.)

En el programa noticioso De una a tres conducido para la estación 69 del grupo radiofónico Radio Centro por el eximio periodista Jacobo Zabludovsky, en su emisión del 8 de marzo, Jacobo empleó la palabra "desmadre" para referirse al tránsito de la Ciudad de México. No faltó el radioescucha que, ya sea por ignorancia o por escandaloso pudor mal entendido, se espantó con el hecho; mejor, con lo dicho. Jacobo se dio a la tarea inmediata de consultar el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española para definir el término empleado y así justificar su uso.
Aquí, en la inauguración de esta columna dedicada a hilar disquisiciones en torno al buen o mal empleo del idioma en los medios de comunicación y la gente, quiero rescatar un comentario de Zabludovsky referente a la importancia del compromiso personal, que cada ciudadano, y especialmente cada periodista y escritor, debemos tener para con nuestro idioma y el lenguaje.



Lenguaje, responsabilidad conjunta
Cada persona viene cargada con una colección de palabras que los especialistas llaman gama léxica. Es una carga genética, pero esta se amplía y mejora, o al contrario se reduce y merma, en la medida de la experiencia cultural de la persona. Entendiendo por experiencia cultural la que se obtiene no sólo por medio de la escuela, los libros y demás productos de la inteligencia humana, sino de manera particular la que se adquiere día a día en el trato con los demás, en la comprensión de los objetos y las situaciones, en la construcción de respuestas adaptativas al entorno; o sea, en el uso, desuso o abuso de las palabras.
Escuchar al taxista cuando manda a la chingada al camionero que le avienta la lata de su transporte, poniendo en riesgo la vida del primero y la de su pasaje, en verdad resulta acústicamente molesto por altisonante. Equivale al sonido de un timbal o un silbato en la proximidad del oído. Por ello ubicamos ciertas palabras como altisonantes. Pero si el sonido, o sea la intensión, lo es, la intención o propósito magnifica o aminora el valor moral del concepto incluso hasta el exceso o la nulidad, para bien o para mal. Esto, sin embargo, más que incomodar debe ser visto simplemente como una función del lenguaje.

Las palabras están para usarse
La moralidad o uso cultural, es decir la costumbre de emplear ciertos vocablos para expresar de bote pronto la emoción que suscita un evento o un acontecimiento específicos, establece la norma y determina las acepciones de las palabras. Esto sucede en todos los idiomas. Y pasa así porque el lenguaje es la herramienta y el indicio fundamental para la comprensión y el basamento de las conductas adaptativas de los seres humanos. Por eso su uso, desuso y abuso son responsabilidad conjunta de todos nosotros y según el contexto al que estemos circunscritos.
Es tarea individual y social ampliar, proteger, redefinir, modificar, crear la colección de palabras que nos prestamos diariamente en ejercicio de la libre expresión, cuidando siempre, eso sí y en la medida de lo posible y el sentido común, no herir la susceptibilidad, no provocar con nuestra expresión sentimientos difamantes o calumniosos por implicar dolo, si bien es cierto que este no puede probarse cabalmente y menos cuando en ocasiones no es causa de lo causado, sino efecto de una causa primigenia, como el desamor.
Por ejemplo, una mujer o un hombre despechados, irracionalmente y llevados por la turbación que el desamor les puede provocar, en un momento determinado mientan la madre al individuo causante de la falta del querer y, acto seguido, diseminan entre propios y extraños improperios y calificativos que difaman al agente a los ojos de otros. Entonces, la persona objeto de atención de los vilipendios se ve en la necesidad de probar la falsedad de lo que para ella resultan calumnias y así solicitar la reparación del daño moral. Ella deberá probar la razón que sostiene a sus dichos y, de ser necesario, destacar la fuente que permita la demostración indefectible a la luz de los hechos y no sólo los dichos.


Actitud estética para la libertad de expresión
Ante los embates del ambiente, las emociones experimentadas por cada persona son relativamente incontrolables, pero no lo es así la forma expresiva elegida para canalizarlas y demostrarlas abiertamente. El beso no contiene la emoción, la expresa. Y hay tantas formas de besar como matices emocionales asociados. ¿Quién tiene el instrumento capaz de medir la subjetividad de los actos emotivos?
En la medida que una persona desarrolla una actitud estética, es decir sensible, frente a las cosas y sus semejantes, abre la posibilidad para la ampliación de recursos adaptativos y por ende expresivos. Todas las palabras cumplen con un objetivo adaptativo y por ello no se las debe temer ni hay razón para su repulsa. Al contrario, obligan a su comprensión esmerada si se quieren evitar fallas de interpretación.
En México, los mexicanos (y no sólo el tránsito, como apuntó Zabludovsky) somos un desmadre. No hay autoridad que nos contenga o nos someta al orden y la disciplina. Nuestra democracia incipiente raya en la anarquía. Retamos al que se nos pone enfrente, ponemos en duda las razones de estado, el control lo vemos como represión, y la represión la revestimos de método libertario. Somos una fiesta constante, embriaguez de los sentidos ante la muerte, el amor y la crisis .
Así, la manifestación pública es un desmadre tanto como las finanzas públicas. El cinismo político termina en desmadre. La mezquindad mesiánica desmadra las buenas conciencias. Los golpes de pecho desbordan la intolerancia correligionaria sin importar su signo. El exceso está a la vuelta de la esquina, todos los días, de distintas maneras, con varias facetas: corrupción, inseguridad, cochupos, mentadas, agandalle, mentiras, promesas exageradas, desempleo, desregulación, reformas y parches legislativos, etc. No deja de ser sintomático de la irresponsabilidad implícita en nuestro desmadre mexicano incluso la doble cara de nuestros connacionales emigrantes que, una vez en Europa o EE.UU., se comportan como niños buenos (no todos, claro) en espera de su estrellita verde, mientras cuando regresan (si regresan) momentáneamente a su terruño en Oaxaca, Zacatecas o Michoacán, presumen su nuevo estatus y acentuando su prepotencia, tras la cual radican sus complejos, desacatan normas como liberados y hacen y deshacen impunemente.
¡Viva el desmadre mexicano!

AÚN ES TIEMPO

Por J. A. Vega de Castillejo

Tal vez a algunos lectores les parezca un poco tarde, si tomamos en cuenta que la época que vivimos es acelerada en sus expectativas y cada uno de nosotros cotidianamente se ve en la necesidad de correr para alcanzar hasta el más mínimo objetivo. Sin embargo, aún es tiempo para detenerse eventualmente, para mirar al pasado y reflexionar sobre los hechos, las decisiones plagadas de equívocos y aciertos que nos han llevado a ser lo que somos.
Esta columna y sección tiene esta finalidad: provocar un alto en el camino y proveer algunas ideas, comentarios, reflexiones en torno a cosas, momentos, situaciones, actos, personas o palabras que quedaron en el pasado y que, aun cuando aletargadas, siguen palpitando en la flaca memoria histórica del presente y con posibilidad de seguir influyendo en el porvenir.
Esperamos tener una respuesta nutrida de nuestros lectores, amigos y enemigos, propios y extraños, pues no es difícil que en el afán de construir una visión historicista de ciertos tópicos caigamos en yerros, faltemos a la verdad involuntariamente o exageremos las causas y efectos de lo narrado.
No se trata de una sección anecdótica. No pretende erigirse en especialista histórica. Por esto mismo apela a su buenos menesteres como lectores participativos, para corregir lo corregible, para completar lo justo, para ampliar la visión de los panoramas que se antojan expuestos en tiempo y destiempo.

APRENDER A PERDONAR

Por J. Antonio Castillo de la Vega

(Texto publicado originalmente en marzo de 2007.)

Sólo un breviario cultural, sin afán de presunción: no se piden disculpas, se ofrecen.
Curando en salud
Cuando yo te ofendo, te ofrezco o doy disculpas; te pido perdón, a lo cual tú respondes dando disculpas, perdonando. Dis/culpa = menos culpa.
Cuando me das una disculpa me restas culpa, por eso te perdono, porque a mí, el ofendido, me eximes de toda culpabilidad en tu acto torpe.
En cambio, de ser yo el culpable de algo en tu perjuicio, cuando te ofrezco disculpas por la afectación en tus bienes o tu persona, te proveo con la actitud noble y benefactora del arrepentimiento sincero y espero, con tu beneplácito, retribución de tu parte, ser exonerado de la culpa y liberado de la carga moral, de la obligación y la responsabilidad sobre lo hecho con torpeza.
Disemina esta explicación y verás que cada vez más gente hablará y escribirá mejor; y de paso comenzará a aprender a perdonar.
A decir verdad...
La profesión de la verdad es muy distinta de la profesión de la fe. No son mutuamente excluyentes en lo esencial, pero sustancialmente y en la práctica resultan irreconciliables.
Quien profesa la verdad, busca la prueba fehaciente de la existencia de las cosas, es decir que apunta al descubrimiento de la relación entre el ser y el estar de los entes, lo que del Ser hay en ellos, en su estancia espacio-temporal. Por tanto, jura la razón de las cosas.
Quien profesa la fe, en cambio, busca confirmar su percepción, aquella sobre la que descansa su creencia acerca de las potenciales causas (no las actuales) de los entes. De este modo, en la expresión de sus deseos más que de sus pensamientos, abjura la razón de las cosas.

Internautas se buscan... y tal vez se encuentren

Haciendo honor a la aspiración esencial de un medio como la Internet, retomo esta columna que comencé a escribir hace algunos años para el diario mexicano El Universal y, apelando al aislamiento, vuelvo a encerrarme en mi persona para lanzarme a la aventura de la navegación.

Los grandes aventureros del pasado tomaban un mapa, una brújula y otros enseres básicos y se hacían a la mar, se adentraban en selvas y ciudades, solos o con compañía selecta, y así incrementaban su percepción y conocimiento del mundo circundante. Hoy, los navegantes como yo, botamos naves en un mar virtual, cruzamos lagos de soledad, aceptamos el reto de complejos meandros informativos y, confrontando el miedo que supone ir más allá de las fronteras conocidas, bogamos entre ideas y ojos ajenos. Los internautas aparecen de pronto como monstruos amenazantes, trampas desconocidas, en las que nuestro pensamiento puede quedar atrapado o a través de las que podemos surcar sin pena ni gloria.

Cuaderno de viajes
La soledad tras la red obliga al soliloquio, pero imaginar que otros ojos como los nuestros atienden a nuestro sentir es consuelo suficiente. Monólogos y navegaciones. Ir de un sitio a otro, descubriendo mundos; parrafeando con uno mismo y a la vez con la humanidad. Eso encontrarás en este espacio y estas líneas encrestadas como olas. ¿Serán de tu agrado? Lo ignoro, a menos que tú me lo digas abiertamente. ¿Y si no lo son? No me importa demasiado. Soy yo quien se lanza a la aventura, y tú conmigo si has decidido a estas alturas subirte a mi goleta. Si voy sólo, el viento me acaricia y responde. Si vienes conmigo, el cielo me mostrará tu reflejo cual constelación de deseos. Para conocer Monólogos y Navegaciones previas, a la izquierda de este espacio verás un "Secreter de viajes". En él hallarás una bitácora de entregas cuya única pretensión es sobrevivir al naufragio del olvido.