Yerba mala y la virtud del cobarde

julio 28, 2017 Santoñito Anacoreta 0 Comments


EN EL GRUPO de estos Indicios Metropolitanos en Facebook, uno de los miembros, la ex regidora naucalpense Esther Tapia (TAPIA, 2017), compartió la noticia sobre las declaraciones del presidente venezolano, Nicolás Maduro, acerca del gobierno de México. Declaraciones en reacción tardía y dolida porque ninguna de las diez propuestas de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (O.E.A.) pasaron el tamiz en la reunión de un mes atrás  . Propuestas, por cierto, entregadas a trompa y talega, hechas sobre las rodillas, con ánimo oportunista y de último momento en un afán torpe por ganar la solidaridad de México y otros para con un gobierno, como el venezolano, puesto en entredicho desde hace décadas.

1. El pretexto

En dichas declaraciones a todas luces demagógicas, el presidente Maduro —quien siempre ha mostrado una inmadurez política supina por perversa— lanzó diatribas contra el gobierno mexicano tachándolo de fallido y argumentando una sarta de mentiras para justificar su rencor, aun cuando empleando para ello un discurso aparentemente solidario con el pueblo mexicano: “¡Donald Trump agrede a México y no hay gobierno en México que defienda a los mexicanos!” [cf. (LAFUENTE & GARCÍA, 2017); (MILENIO, Redacción (agencias de noticias), 2017)].

Sí, nadie puede negar que en sus dichos lleva algo de razón y, como mexicanos, no podemos cerrar los ojos ante los señalamientos que, más que concordar, solo replican lo dicho, alegado y reclamado por nosotros aquí, en nuestro terruño, internamente, a nuestro gobierno, alrededor de los temas que nos atañen y lastiman, así de política internacional como el muro pretendido por Donald Trump o los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Pero, temas estos, además, que han venido a ser, en el discurso demagógico de propios y extraños, la venda precisa para tapar nuestros ojos de lo que hay detrás de los sucesos y los acontecimientos.

Maduro, a falta de argumentos sólidos y creíbles para conservar lo poco que le queda de credibilidad ante los ilusos que lo siguen, comprendiendo mal la crítica hegeliana hacia la postura del monarca francés Luis XIV, el “Rey Sol” afirmándose como la encarnación misma del estado: “El Estado soy yo”;  da patadas de ahogado, exagera, infla datos, miente y, en el chapoteo que consigue con su arenga, opta por salpicar a todo aquel ya de por sí sucio, esperando que de esa manera su plumaje enchapopotado consiga blanquearse ante los ojos de la opinión pública internacional [corrección de estilo mía] [cf. (WIKIPEDIA, Colaboradores de, 2017); (CORONEL, 2016); (BUENFIL Friedman, 2005); (PERKINS, 2017): versión traducida al español en (PERKINS R. , 2017)]:
Venezuela tiene las reservas más grandes del mundo, certificadas. Tenemos petróleo para 200 años. Y se les acaba el petróleo a México y a Colombia. Les quedan 6 años de petróleo. Y ellos dicen, la oligarquía mexicana y colombiana: «papá, este petróleo [venezolano] es nuestro» […] Y el imperialismo [estadounidense], que está destruyendo su propio territorio con la tecnología de esquisto tiene sus ojos puestos [en Venezuela]; porque este petróleo fue de ellos noventa años, desde 1908 cuando se dio el golpe de estado contra Cipriano Castro y se impuso una dictadura de las empresas petroleras estadounidenses hasta 1998 [con] la llegada del comandante Hugo Chávez.
[…] Estamos certificando la cuarta reserva de gas natural del mundo […], la primera reserva de oro del mundo y tenemos las más importantes reservas de coltán[*], mineral estratégico; de diamantes, una reserva gigantesca; de cobre. Además, tenemos las grandes reservas de hierro, aluminio […] Somos una fuente de riquezas acuíferas impresionante. Venezuela es un país bendito de riquezas naturales […]
Quieren derrotar a Venezuela como ejemplo de revolución.
Que hemos cometido nuestros errores… ¿Quién no los cometió? Reivindicamos la Revolución Mexicana, ¿verdad? ¿Quién no la reivindica? ¿Y la Revolución Mexicana no cometió sus errores? Son hechos históricos. Pero, el único error que no hemos cometido es traicionar a nuestro pueblo, traicionar nuestra historia; ni lo cometeremos jamás. [Lo que el imperialismo quiere es] sacar a Venezuela del juego para conquistar todo un continente. El que no lo entienda, que lo piense. Y el que lo entendió y lo olvidó, que lo repiense. Así que muchas gracias, México […]
(MADURO, 2017)


La autocracia casi monárquica de Nicolás Maduro quien, a pesar de describir la riqueza venezolana no explica las penurias que hoy atraviesa su pueblo, ajusta en la crítica hegeliana. Para Hegel, la monarquía debía ser constitucional porque de ese modo el rey se veía obligado a justificar sus actos conforme a derecho, pero no de manera disfrazada; pues el gobierno reposa sobre el mundo de los funcionarios, la burocracia extendida, el aparato y la maquinaria que posibilita la realización, chueca o derecha, de las decisiones de gobierno cuya razón se vuelve “un acto formal, poca cosa”. En palabras de Jacques D’Hont, biógrafo del filósofo: «El rey hegeliano reina, pero no gobierna» [cit. (CAMPAÑA, 2017).] Hegel, contra lo que mal interpretan muchos de los autodenominados izquierdistas —rancia etiqueta heredada de las primeras repúblicas que siguieron a la Revolución Francesa—, distó en su carácter y su filosofía de ser un “ideólogo de la monarquía absoluta”, “filósofo del estado”. Si bien admiró, como Beethoven, las hazañas de Napoleón Bonaparte, más pronto que tarde, al constatar los abusos del poder, su liberalismo prudente lo llevó a hacer la crítica del estado y las tentaciones absolutistas. Y así lo entendió Carlos Marx, pero no así las modernas izquierdas de comunismo ramplón enquistadas en los reconcomios justicieros y que son más dadas a la desmemoria que a aquilatar la advertencia hegeliana recordada por el mismo Marx:
Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa […]
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal [cf. (MARX, 2006); (WIKIPEDIA, Colaboradores de, 2017)]

2. Entre la opinión anónima y las noticias falsas

Tras haber publicado quien suscribe estas líneas un comentario relativo a la libertad de expresión, reaccionando a la postura del presidente venezolano Nicolás Maduro:
Pues que hable menos y pruebe más este dictadorzuelo de pacotilla, oportunista dedicado, por otra parte, a limitar la libertad de expresión en su propio país. Aquí, muchos podemos decirle a Enrique Peña Nieto o a Edgar Olvera Higuera (por poner dos extremos) lo preciso. Allá, desafortunadamente y como un pésimo remedo de Hugo Chávez, el inmaduro de Nicolás Maduro sólo hace caso de lo que le dicen “sus pajaritos” (igualito que en Games of Thrones. Que se deje de baladronadas y pruebe y exhiba lo que su “inteligencia” conoce. O sea, ¡si hasta él nos espía! Regresémosle su trozo de lengua [ (VEGA Torres, 2017) en (TAPIA, 2017)].
Tras ello, decía, cierto participante en el mismo grupo de estos Indicios Metropolitanos en Facebook que publica bajo el seudónimo (perfil falso) de “Juan López” (relacionado con la policía de Naucalpan de Juárez, municipio del Estado de México) respondió justificando su anonimato y por qué algunas personas, como él, optan por enmascararse para expresar su pensar y sentir, o exhibir información “comprometedora” entre sus manos, exponiendo así, sin proponérselo, la verdad hacia la identificación de lo que, en cierto modo, resulta obvio sobre la falsedad de su perfil en dicha red social [corrección de estilo mía]:
Respeto su opinión referente a la libertad de expresión; pero, difiero de la misma. Los que trabajamos dentro de una institución, la única manera para manifestar nuestras inconformidades en las redes sociales es por la vía de seudónimos. Es muy riesgoso dar la cara. Algunos que han tenido valor han caído en las garras de nuestros gobernantes corruptos [ (LÓPEZ JUAN (seudónimo), 2017) en (TAPIA, 2017)].
Su comentario, así como la opinión que siguió de la propia regidora [corrección de estilo mía]:
Si Maduro es o no, un “dictador de pacotilla”, a quien corresponde juzgarlo es a sus gobernados. En cuanto a su discurso, es debido a la intromisión que han hecho diversos políticos mexicanos quejándose precisamente de todas las restricciones que hay en ese país. Y, en ese sentido y tan solo en ese, coincido con él. Debieran primero esos políticos señalar, pero, sobre todo recuperar, el estado de Derecho en su país, o sea ¡MÉXICO! Este, en el que dentro de su territorio tiene millares de muertos de forma violenta, más que en un país en guerra, en el que hay millones en pobreza alimentaria, un país en donde las personas que dicen la verdad tienen que ocultarse, en el que matan y matan periodistas por informar la verdad, mientras los mentirosos son premiados con concesiones casi a título gratuito, en el que los luchadores sociales son perseguidos y encarcelados, mientras los corruptos gozan de todo tipo de canonjías.
Me pregunto si tenemos uno o muchos “dictadores de pacotilla”. ¡Sí!, regresemos su lengua; pero, soltemos la nuestra con valor (TAPIA, 2017).
motivó que escribiera en contestación lo siguiente que ahora comparto.

Entiendo, Juan —Juan se llame—, su punto de vista tan válido y respetable como el de cualquiera.

Me hizo recordar alguna ocasión cuando, impartiendo la materia de periodismo en la Universidad Iberoamericana, y tocando el tema sobre si hay o no libertad de expresión en México ahora en contraste con tiempos pasados, salieron a la par los temas del periodismo comprometido, del activismo político y ciudadano, de las corresponsalías de guerra y qué mueve a quienes abrazan tales perfiles de acción social. Se cuestionó el conflicto moral y ético que implica, sobre todo en los casos cuando la familia del involucrado es un factor determinante de las decisiones del mismo. ¿Con quién o qué se compromete cada quién? Y, a rajatabla, ese inquisitivo estudiante me asestó la pregunta en la cabeza sobre si yo daría mi vida por una noticia. A ello contesté: No. Buscar la noticia, por la noticia, o la entrevista por la entrevista, a costa de mi vida, nunca. Y aun menos si, por ganar la nota o la entrevista pongo en riesgo la vida de terceros, amigos o no, como ya se me ha dado el caso en algunas ocasiones recientes que he debido guardarme información para “no hacer más olas” o, al contrario, sin manipular la información, utilizarla para desviar la atención hacia hechos más al fondo de lo que aparentemente es acusable por el conjunto de la opinión pública; es decir, enfocarme sobre lo que otros no están viendo alrededor y más allá de un mismo asunto. Esto, por supuesto, tampoco significa que uno privilegie o sacrifique el hecho o dicho por informar cuando, por ejemplo, se es testigo de una arbitrariedad como mínimo. O que uno, al amparo de “callar” cierta información delicada por elemental prudencia, se vuelve por fuerza y necesariamente cómplice coludido con las artes y los actores del mal.

Más de una vez he escuchado a personas del público vilipendiar al reportero que, cumpliendo con su deber informativo, decide no intervenir para salvar una vida aun cuando en su fuero interno sienta el impulso de hacerlo por sentido común. Ese público olvida, llevado por el sentimentalismo, que hace más el zapatero cuando atiende sus zapatos que cuando distrae su oficio para morir en la procesión de los descalzos.

Más de una vez, como bien apuntó la regidora Tapia, hemos sido conocedores de la muerte violenta de periodistas, colegas, unos por pisar los callos de los pies de los monstruos de nuestra sociedad; pero, también hay que decirlo, porque ninguno somos una perita en dulce ni monedita de oro y hay colegas con cortas o largas colas que pisar, los más pusilánimes y chayoteros o los que han caído en adicciones que los han llevado a las garras del crimen organizado. Solo que nos hemos creído aquello de que “perro no come perro”.

Foto: Negocios 360, tomada de El Debate

Pero, quien abraza esta profesión y oficio, como quien decide desde su particular trinchera defender, buscar, exaltar la verdad, la libertad, y otros valores universales (no utilitarios), ha de tener en cuenta siempre los riesgos que tal empresa significa y estar dispuesto a correrlos con el mismo valor y entereza que los emprende. Por supuesto, comprendo que, en su caso, “Juan” (¿sin miedo?), como en el de muchas otras personas no dedicadas a esta bella profesión sino a otras actividades igual de nobles y necesarias, la motivación puede ser y es muy distinta.

 Por eso, mi amigo, en mi caso, decidí ser persona pública en todos mis canales y redes. Porque, a diferencia del común denominador de quien teme a los hackers, virus, troles, expoliadores, acosadores, espías y demás fauna nociva en las redes sociales o la sociedad, y prefiere esconderse, disfrazarse bajo perfiles falsos o con mil candados, cosa por demás, repito, muy respetable y válida, he encontrado que, en mi caso, me resulta más funcional.

 A mí, los mismos lectores, amigos, colaboradores, colegas me cuidan, están (quiero creer) pendientes de mí, lo que hago o dejo de hacer, si existo o dejo de existir, si soy o dejo de ser útil a mi gente, mi sociedad y los diversos intereses que pudieran darse alrededor de algún asunto.

 Mi coraza ahora, eso aprendí con los años, no es de cobijas y disimulos, sino de coraje, valentía, arrojo y basada en la misma vulnerabilidad expuesta.

Por eso y por mis cualidades —si las tengo— y habilidades opté y me he acomodado, en tanto comunicólogo, en el periodismo de fondo y de investigación, para formar opinión y no solo informar, pues ya se sabe que la información y la nota son, al fin, de quien las trabaja (de ahí que la transparencia sea una trampa falaz).

Aprendí, con los años, que la vulnerabilidad puede hacernos más fuertes que la fortaleza misma física, económica; porque al sabernos vulnerables nos volvemos más astutos, nos hacemos de un poder más temible aún que los otros (y si no me cree a mí, lea a Alvin Toffler): el del conocimiento.
Sí, en ello radica el trasfondo de aquel refrán: el valiente vive hasta que el cobarde quiere.
[…] a medida que transcurre el tiempo, la cosa más importante para la base científica y tecnológica de un país puede que no sea lo que la información es en él en un momento determinado, sino la velocidad con que se renueva continuamente y la riqueza de la comunicación que lleva conocimientos prácticos especializados a aquellos que los necesitan y que adquieren rápidamente conocimientos por todas partes del mundo. No son las existencias, sino el flujo, lo que importará […]
[…] el poder […] no es cuestión de cuánto se tiene, sino de lo bueno que es —la calidad del poder puede ser tan importante como su cantidad—, y el poder de una nación debe guardar relación con sus metas, que no simplemente con el poder de otras naciones […]
[…] la soberanía y la independencia absolutas siempre han sido míticas.
[…]
Los nuevos conocimientos han acabado con el mundo que conocíamos y han sacudido los cimientos del poder que los dominaba. Contemplando este naufragio, mientras se crea una nueva civilización, todos nos hallamos, ahora, en el punto cero.
(TOFFLER, 1990, págs. 517-534)
Esta aparente valentía mía, como la de Nicolás Maduro con sus alharacas, al decir así y aquí estas cosas no se escuda en mi vulnerable cobardía, sino la utiliza como trampolín para catapultar mi palabra, mi sentir y pensamiento tan lejos como la piedra de David en la onda, apuntando a la testa de Goliat. Es así y solo así que, como Esther Tapia, puedo coincidir en la defensa y reivindicación de Maduro de la llamada “revolución bolivariana” como de la mexicana, con todo y yerros. Pero, si vamos a cerrar la posibilidad de decirle al gobierno venezolano en lo que se equivoca, entonces cerremos igualmente la posibilidad a que cualquiera otro nos diga a nosotros lo que erramos.

¿Qué autoridad moral tiene entonces Donald Trump para llamar a los mexicanos, generalizando, violadores y peores cosas? ¿Qué autoridad moral tienen el gobierno o el mismo pueblo mexicanos para esgrimirse en jueces de otros? Es cierto, quizás ninguna. El buen juez por su casa comienza.

Entonces, tal vez deberíamos repensar la cerrazón de la política de Trump, porque se ha propuesto retomar la idea centralista, egoísta, como hizo China siglos atrás o tras la llegada del comunismo, de mirar hacia adentro, de contraponerse al ritmo globalizador propiciado por los mismos Estados Unidos y colocar, pisando el cambio, es decir el freno, antes de nada o nadie, primero a Estados Unidos en el interés de Estados Unidos. Sigamos el ejemplo ¿retrógrada? y hagamos igual: primero México y luego los demás; primero Venezuela y luego el resto del mundo. Veamos a dónde nos conduce, otra vez, una desintegración semejante.

No en balde y paranoia aparte, los gobiernos federal, estatal y municipal están pendientes de estos Indicios Metropolitanos como de otros medios, unos más humildes que otros, y lo que sus lectores, colaboradores, curiosos, amigos, colegas, aún más que yo, amablemente publican dentro del grupo en Facebook en su estricto derecho de opinar y publicar, dando pie a las otras publicaciones mías en el blog respectivo. Por eso está este grupo creciendo poco a poco.

 Aquel alumno quiso saber si yo aceptaría trabajar en medio de una guerra y le respondí que yo, por mí, no lo buscaría y no por miedo (solo hay que tener miedo de tener miedo); pero, si la circunstancia profesional me colocaba en tal disyuntiva, mi ética profesional me orillaría, como me orilla, a estar siempre del lado de la verdad, porque es la verdad lo que nos hace libres.

La extracción de coltán es motivo de explotación, muerte y conflictos geopolíticos.

 Claro, puede sonar fácil decirlo y más de quien carece de esposa, hijos y va solo por la vida, por decisión propia o efecto de la fortuna o el destino o qué se yo. Con esta condición muy mía y personal, yerba mala nunca muere y, si muere, ni falta hace (pero, ¡cuánta urticaria ocasiona el solo tratar de arrancarla!).

Si, por una parte, las mentiras de Maduro como las que circulan en las redes sociales o las de los gobiernos en México, a veces apoyadas en una buena pero ingenua intención, nutren noticias falsas y con ellas se soliviantan los ánimos anti imperialistas, o anti comunistas, defensores de la soberanía, lo lo que se quiera, por otro lado no deja de ser cierto que todos juntos vamos construyendo una base de conocimiento.

No es gratuito, por tanto, que yo no publique salvo aisladamente, por ejemplo, nota policíaca; no por temor a represalias de parte de los criminales, estén incrustados, infiltrados en una institución o una organización; sino porque no me sentiría bien conmigo si, en el proceso de informar hago lo contrario, desinformo o mal informo y, en consecuencia, afecto a terceros. La nota roja es muy delicada y no se diga el periodismo de investigación alrededor de la misma. Ello no significa que el resto de la información no lo sea, también conlleva sus riesgos tanto o más preocupantes.

 Así, mi amigo “Juan sin rostro”, con esto no quiero impulsarlo a usted o cualquiera en su situación a dar la cara. Comprendo los motivos de sobra para mantener el anonimato y lo respeto. Yo mismo he tenido, por otros motivos menos “discretos”, el prurito por emplear seudónimos (J. Antonio Castillo de la Vega, Javito, etc.; o el más reciente, “Santoñito Anacoreta”).

 Muchos de los seguidores de estos Indicios Metropolitanos me han advertido “¡hay quienes te están utilizando para golpear al gobierno!” Y les he dicho, ¡adelante!, ¡que me usen!, para eso creé estos espacios, para servir de plataforma de expresión y sin importar el objetivo hacia quienes se dirigen los contenidos. Pero, corrijo, sí importa el objetivo, mientras como beneficio del golpe certero se atine a esclarecer lo verídico.

 No me chupo el dedo y, como periodista de fondo, tengo identificados quiénes son quiénes, si bien no estoy exento de equivocaciones; pero, los dejo ser, porque me dan materia, como ahora se ha notado, para ver otros aspectos y lados de un mismo asunto, y eso enriquece el conocimiento y por tanto fortifica ese poder que sustenta a estos Indicios Metropolitanos como un medio lo más objetivo y neutral y libre posible.

Hay muchas cosas por hacer y modificar en nuestra sociedad y sus instituciones; y hay muchas maneras de afrontarlo. Usted, como otros, cuida su imagen, su familia, su integridad física, su trabajo; quizá cree que nadie lo tiene identificado y aun con el anonimato, o precisamente por el mismo, tiene los ojos puestos sobre usted. Hoy, la tecnología dificulta el ocultamiento y nuestra policía cibernética, me consta, es bastante habilidosa.

Pero, también, escribir bajo un seudónimo no exime de la responsabilidad ética y legal de apegarse a lo básico en el respeto de los demás y de uno mismo y, lo que vale para la libertad de expresión, más pronto que tarde termina no valiendo para el derecho general cuando, al amparo de un seudónimo se falsifica, distorsiona marrulleramente la información alrededor de un dicho o hecho, con alevosía y ventaja para ofender, vilipendiar, sobajar, engañar, infamar, difamar y, en una palabra, pervertir la verdad so pretexto de apelar al verídico y parcelario punto de vista personal o institucional u organizacional.

Otros cuidarán su “prestigio”; el propio o el de quien lleva la palabra al camino y en el rumbo de “decir verdades”. Quizás eso es lo que puede separarnos. Yo cuido las verdades que cada cual aporta en el conocimiento de una verdad filosóficamente común, nunca del todo abarcable, pero de relativa facilidad en su verificación; es decir, en el entendimiento y la comprensión de su cercanía con la realidad.

 Solo me resta agradecer su tiempo, paciencia y deferencia para con mis textos, estas palabras y las publicaciones de todos los que participan haciendo de estos sus Indicios Metropolitanos; y, sobre todo, agradecerle sus comentarios y participación particular, la que, como la de todos, aquilato sobremanera y espero continúen.


Referencias

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[*] Coltán: Mineral metálico negro y opaco compuesto por los minerales columbita y tantalita. El coltán es relativamente escaso en la naturaleza y es un claro ejemplo de materiales que han pasado de ser considerados simples curiosidades mineralógicas a estratégicos para el avance tecnológico debido a sus aplicaciones. Es utilizado en casi la totalidad de los dispositivos electrónicos.
Por lo que respecta a las principales reservas, hay dos posiciones totalmente contrarias acerca de donde se sitúan las mayores reservas de coltán en el mundo. La posición más difundida​ es que la mayor reserva se encuentra en África, concretamente al este de la República Democrática del Congo (RDC), en la que se encuentran el 80% de las reservas mundiales de coltán. Por otra parte, según un estudio del Tantalum-Niobium International Study Center, las reservas mundiales en la RDC serían apenas de alrededor del 9% y no del 80%. Donde sí coinciden todos es que Australia, Brasil, Canadá, China y algunos países africanos como la propia RDC, Ruanda, Burundi y Etiopía son los mayores productores de coltán, en especial los primeros. Paradójicamente, Ruanda es uno de los principales productores a pesar de no tener reservas de coltán. Rusia también es rico en este recurso, aunque sus depósitos no han sido explotados todavía.
La extracción de coltán es motivo de conflictos geopolíticos, sobre todo en el Congo, donde se mezclan los intereses del Estado y de los países fronterizos, de las guerrillas que operan en la región, de las multinacionales occidentales y de los contrabandistas.
Un material descubierto hace relativamente poco es el grafeno. Aunque fue sintetizado por primera vez en 2004, no fue hasta 2010 que saltó a la fama cuando los investigadores Andréy Gueim y Konstantín Novosiólov recibieron el premio Nobel de física. Aún es muy temprano para poder decir que el grafeno sustituirá al coltán, pero entre las muchas propiedades que tiene este material algunas que son interesantes para nuestro caso es que tiene la capacidad de auto enfriarse, conduce la electricidad mejor que ningún otro metal conocido, es muy resistente, abundante y económico. Todas estas propiedades permitirán crear baterías mucho más duraderas. Se crearán ultracondensadores que pueden llegar a ser diez veces más duraderos y que se cargan en mucho menos tiempo. Según las previsiones, esto puede llegar a comercializarse en los próximos 5-10 años,30​ por lo tanto, la principal aplicación del tántalo también se podrá llevar a cabo con grafeno [cf. (WIKIPEDIA, Colaboradores de, 2017); (LUNA, 2013); (BLAY, 2016).

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