LA SUPREMA PUTA

noviembre 08, 2013 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Quizá de las cosas que más me pueden seducir, aparte de las bellas formas de una mujer, está el lenguaje, el poder de la palabra bien acomodada, reluciente, empleada con buen propósito.

Recientemente nuestros magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México, han sentenciado censurar, ¡censurar!, ¡penalizar más bien! el empleo de las palabras "puto", "puñal", "joto", entre otras para referirse a una persona (especialmente los homosexuales). Es la más imbécil y deleznable forma de lacerar lo que nos sustenta como hispanohablantes: nuestra lengua común, fundamento de nuestra cultura, dicho esto sin desmedro de las otras lenguas que la enriquecen so pena histórica del pecado del olvido y la conquista como son las indígenas, tan deliciosas y musicales. No se trata, eso sí bien dicho por los magistrados, de contravenir la libertad de expresión y voy de acuerdo que no debe ser excusa esta para el inadecuado uso de esas u otras palabras con un propósito ofensivo. Pero entonces lo que debe ser penalizado es la acción del decir, aún más la intención detrás del dicho. La intención en esto sí es lo que cuenta, pero como es tan difícil probar la intencionalidad de un acto, la ley ahora hace jurisprudencia para anclarse en lo más "evidente": la palabra.

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PALABRAS PRESAS

noviembre 08, 2013 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Bajo la publicación de cierto amigo venezolano en Facebook se dio una "confusión" lingüística luego que bromeé con él al apuntar que sólo me anda "cucando" con las imágenes de las bellas amigas que me comparte (sólo en foto, ¡qué caray!). ¡Se quedó estupefacto, algo ofendido por que usé la palabra "cuca"! Me explicó que no sabía qué quería decir y que en Venezuela es una "mala palabra", sin entrar en detalles.

Yo, ni tardo ni perezoso, me di a la tarea de hacer la pertinente aclaración apuntando la definición de "cucar"del Diccionario de la Real Academia y no solamente:

El verbo también acepta la forma "cuquear" (derivación onomatopéyica del sonido del pájaro Cu Cú, empleado desde antiguo a modo de señal para provocar a los compinches en determinada acción a actuar conforme a lo planeado). En efecto, siguiendo la Enciclopedia del Idioma de Martín Alonso y el Diccionario de Latinoamericanismos del Dr. Santamaría o distintos diccionarios de sinónimos como el de Miguel Doezis, se dan como acepciones para "cucar": azuzar, provocar, incitar, guiñar, instigar, impeler a un animal o persona humana para que actúe de determinada manera.

Alguien más agradeció la "corrección" y seguí (edito, actualizando y ampliando):

El breviario cultural tuvo a bien, sin ánimo petulante, ayudarnos a todos a seguir aprendiendo, algo que no dejamos de hacer todos los días en distintos ámbitos. Ayer no habías escuchado o leído "cucar", hoy tu bagaje, tu acervo (que no acerbo) en cuanto a léxico se ve ampliado por un vocablo nuevo, reconocimiento de la ortografía y ampliación de relaciones significativas y de uso. ¡Es lo rico de leer!

Después, con una pena que comprendo bien, mediante correo privado, mi amigo me solicitó no insistir en el tema y tras explicarme que en Venezuela popularmente se llama "cuca" a la vagina. Así hice (respetando su muro) y su identidad nacional, no sin ceder a la tentación de ampliar el breviario cultural con buen humor de este modo:
Gracias por enriquecer mi acervo. Jajaja... No seguiré, pero ¡qué te preocupas! Si tú no tienes cuca, no puedes cuquear, jajaja. Y menos mal que ninguno tenemos una tía a la que digan de cariño Cuca, ahí va Doña Cuca, jeejejejeje (muy común en México y en España y otros países hispanohablantes como diminutivo de Refugio (Cuca, Cuquita) como ella http://cucacooking.blogspot.mx/ o como nombre para alguna mascota (derivado de cucita, como se denomina en zoología a la perrita faldera. 
Por cierto, últimamente hay muchas cucas (abreviatura de cucaracha, el insecto, que también en el caló mexicano se refiere groseramente a la vagina) rondando mi casa, ¡hay plaga! (del insecto, ojalá hubiera de las otras, sería más entretenido y suculento).
Ahora me doy a la tarea de abundar, para enriquecimiento y solaz de todos aquellos interesados en ampliar su vocabulario, incluso de aquellos magistrados, ministros de la Suprema Corte de Justicia que ahora repiensan la posibilidad de revertir su sentencia penalizante de las palabras maricón, puñal, joto en tanto presumibles alusiones a la homosexualidad de una persona.

Hay también la persona cuca o cuco (la taimada y astuta, solapada, pilla, calculista que ante todo mira por su medro o comodidad), la que se pone cuca (arreglada en el vestir y la apariencia, coqueta). Cuca es una oruga o larva de cierta mariposa nocturna (muy aparte de esta aquí retratada, inspirada en aquella). Es otro nombre para el cuclillo, ave trepadora; ¡cuco! es la expresión empleada en un juego de naipes también conocido como "malcontento", para señalar que se tiene el rey y no trocar. Es otra manera de referirse al tahúr. En Andalucía se llama así al culero del niño, al calzón interior femenino, al oriundo de Almodóvar del Río. En Santander, España, es una acepción para la nuez. En Salamanca dícese del ganado vacuno que tiene los cuernos excesivamente cerrados. En Guadalajara, España, es otra forma de referir al coquero, culero, talega, lienzo que se pone atrás a los niños pequeños para que hagan sus necesidades. En México, la frase "hacer a uno cuco o cuca" es hacer burla de alguien. Cuco también es otra manera de llamar al coco o fantasma que se figura para meter miedo a los niños.

De lo anterior se derivan: cucología, que en Navarra es la cuquería, es decir la gramática parda, o sea la habilidad para conducirse en la vida y para salir a salvo o con ventaja de situaciones comprometidas. Cucón, en Navarra es la coca o coco o golpe que se da en la cabeza de otro con los nudillos de la mano cerrada.

Si en Venezuela cuca popularmente refiere a la vagina, miembro femenil, la cucona es, por contraste en Argentina el pene o miembro viril. Los cucos, en Rioja, son una especie de guisantes muy pequeños para pienso del ganado.

En fin, que no podemos andar por cada región penalizando palabras. ¡Como si pudiéramos encarcelar la lengua a punta de cucas (dicho sea esto sin albur)!

Y para rematar, qué tal imaginarnos a las palabras que vayamos penalizando por virtud de la inteligencia jurídica y el criterio de los magistrados y legisladores cómo pasarían el tiempo entre los barrotes del desuso y el olvido. Yo creo que el gran Cuco Sánchez, puede darnos buena idea.





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LENGUAJE DOSIFICADO

noviembre 08, 2013 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Llevo un par de días mascando la noticia acerca de de que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación buscan revertir la restricción del uso de las palabras maricón y puñal por considerarlos (en una primera oportunidad) ofensivas por homofóbicas. La andanada de críticas (entre las cuales sumo y he sumado las mías) no se hizo esperar y para ello muchos utilizamos el mismo lenguaje restringido para referirnos a los ministros como putos, jotos, maricones, puñales, floripondios, maricas, mariquitas (y recuerdo al gran comediante mexicano Jesús Martínez "Palillo") acobardados pulpos chupeteadores del erario nacional "jijos de su mal dormir", y todo para referirme o referirnos al hecho grosero por obtuso de acusar a las palabras de lo que jamás podrán ser culpables: la intención.

Es de sabios cambiar de opinión y parece que ahora eso es lo que sucede. Los señores ministros (en el plural incluyo a las mujeres; es innecesario jugar con la aborrecible y tediosa fórmula diplomática introducida por Vicente Fox y otros en afán de granjear a los géneros) están reconsiderando su decisión no sólo por injusta para un elemento fundamental de nuestra idiosincrasia y cultura (el lenguaje, la lengua, el idioma), sino por inoperante. Lo que debe castigarse o premiarse siempre es el propósito no el instrumento empleado. El crimen o la ofensa no los comete el "puñal", sino quien lo empuña con todas sus razones, ventajas y desventajas. A veces entre amigos decimos "no seas maricón (cobarde, timorato), lánzate a la conquista de la morra esa o a resolver tal problema" y el aludido no se da por vilipendiado.

Más y mejor harían los homosexuales (y no nada más) en esa muy merecida y loable lucha por ejercer y exigir sus derechos en también obligarse a engruesar su piel y no andar ahora sí que de chilletas maricones diciendo a diestra y siniestra "mírelo miorcó". En una sociedad igualitaria y democrática como la que propugnamos quien se lleva, se aguanta. O todos coludos o todos rabones. Si son tan hombrecitos o mujercitas para hacer valer lo que les corresponde, séanlo también para adaptarse y orientar el sentido de la adaptación de esta a veces agobiante sociedad injusta en su heterosexualidad.

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