AÚN ES TIEMPO

abril 30, 2007 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Por J. A. Vega de Castillejo

Tal vez a algunos lectores les parezca un poco tarde, si tomamos en cuenta que la época que vivimos es acelerada en sus expectativas y cada uno de nosotros cotidianamente se ve en la necesidad de correr para alcanzar hasta el más mínimo objetivo. Sin embargo, aún es tiempo para detenerse eventualmente, para mirar al pasado y reflexionar sobre los hechos, las decisiones plagadas de equívocos y aciertos que nos han llevado a ser lo que somos.
Esta columna y sección tiene esta finalidad: provocar un alto en el camino y proveer algunas ideas, comentarios, reflexiones en torno a cosas, momentos, situaciones, actos, personas o palabras que quedaron en el pasado y que, aun cuando aletargadas, siguen palpitando en la flaca memoria histórica del presente y con posibilidad de seguir influyendo en el porvenir.
Esperamos tener una respuesta nutrida de nuestros lectores, amigos y enemigos, propios y extraños, pues no es difícil que en el afán de construir una visión historicista de ciertos tópicos caigamos en yerros, faltemos a la verdad involuntariamente o exageremos las causas y efectos de lo narrado.
No se trata de una sección anecdótica. No pretende erigirse en especialista histórica. Por esto mismo apela a su buenos menesteres como lectores participativos, para corregir lo corregible, para completar lo justo, para ampliar la visión de los panoramas que se antojan expuestos en tiempo y destiempo.

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APRENDER A PERDONAR

abril 30, 2007 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Por J. Antonio Castillo de la Vega

(Texto publicado originalmente en marzo de 2007.)

Sólo un breviario cultural, sin afán de presunción: no se piden disculpas, se ofrecen.
Curando en salud
Cuando yo te ofendo, te ofrezco o doy disculpas; te pido perdón, a lo cual tú respondes dando disculpas, perdonando. Dis/culpa = menos culpa.
Cuando me das una disculpa me restas culpa, por eso te perdono, porque a mí, el ofendido, me eximes de toda culpabilidad en tu acto torpe.
En cambio, de ser yo el culpable de algo en tu perjuicio, cuando te ofrezco disculpas por la afectación en tus bienes o tu persona, te proveo con la actitud noble y benefactora del arrepentimiento sincero y espero, con tu beneplácito, retribución de tu parte, ser exonerado de la culpa y liberado de la carga moral, de la obligación y la responsabilidad sobre lo hecho con torpeza.
Disemina esta explicación y verás que cada vez más gente hablará y escribirá mejor; y de paso comenzará a aprender a perdonar.
A decir verdad...
La profesión de la verdad es muy distinta de la profesión de la fe. No son mutuamente excluyentes en lo esencial, pero sustancialmente y en la práctica resultan irreconciliables.
Quien profesa la verdad, busca la prueba fehaciente de la existencia de las cosas, es decir que apunta al descubrimiento de la relación entre el ser y el estar de los entes, lo que del Ser hay en ellos, en su estancia espacio-temporal. Por tanto, jura la razón de las cosas.
Quien profesa la fe, en cambio, busca confirmar su percepción, aquella sobre la que descansa su creencia acerca de las potenciales causas (no las actuales) de los entes. De este modo, en la expresión de sus deseos más que de sus pensamientos, abjura la razón de las cosas.

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Internautas se buscan... y tal vez se encuentren

abril 30, 2007 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Haciendo honor a la aspiración esencial de un medio como la Internet, retomo esta columna que comencé a escribir hace algunos años para el diario mexicano El Universal y, apelando al aislamiento, vuelvo a encerrarme en mi persona para lanzarme a la aventura de la navegación.

Los grandes aventureros del pasado tomaban un mapa, una brújula y otros enseres básicos y se hacían a la mar, se adentraban en selvas y ciudades, solos o con compañía selecta, y así incrementaban su percepción y conocimiento del mundo circundante. Hoy, los navegantes como yo, botamos naves en un mar virtual, cruzamos lagos de soledad, aceptamos el reto de complejos meandros informativos y, confrontando el miedo que supone ir más allá de las fronteras conocidas, bogamos entre ideas y ojos ajenos. Los internautas aparecen de pronto como monstruos amenazantes, trampas desconocidas, en las que nuestro pensamiento puede quedar atrapado o a través de las que podemos surcar sin pena ni gloria.

Cuaderno de viajes
La soledad tras la red obliga al soliloquio, pero imaginar que otros ojos como los nuestros atienden a nuestro sentir es consuelo suficiente. Monólogos y navegaciones. Ir de un sitio a otro, descubriendo mundos; parrafeando con uno mismo y a la vez con la humanidad. Eso encontrarás en este espacio y estas líneas encrestadas como olas. ¿Serán de tu agrado? Lo ignoro, a menos que tú me lo digas abiertamente. ¿Y si no lo son? No me importa demasiado. Soy yo quien se lanza a la aventura, y tú conmigo si has decidido a estas alturas subirte a mi goleta. Si voy sólo, el viento me acaricia y responde. Si vienes conmigo, el cielo me mostrará tu reflejo cual constelación de deseos. Para conocer Monólogos y Navegaciones previas, a la izquierda de este espacio verás un "Secreter de viajes". En él hallarás una bitácora de entregas cuya única pretensión es sobrevivir al naufragio del olvido.

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Comunicación entre líneas

abril 24, 2007 Santoñito Anacoreta 0 Comments

(Texto originalmente publicado en mi blog VETA Literaria con el título "Fundición")

Tengo tanto por decir, mas no sé cuánto podré decir... Son tantas ideas y tan pocas palabras; tantos los significados y tan pocos los sentidos... La interpretación, pues, se reduce a los límites expresivos.

Entre más ideas, menos expresiones. Entre más expresiones, menos ideas.

Dice el dicho y no sé si dice bien o hasta dónde bendice: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". Veamos y pongamos a examen su certeza.

Léanse los siguientes enunciados:
¡Hola!¡Hola, Carmen!¡Hola, Carmen! ¡Cuánto sin vernos!¡Hola, Carmen! ¡Cuánto tiempo sin vernos!¡Hola, Carmen, amiga! ¡Cuánto tiempo teníamos sin vernos!

Desde la primaria, tal vez.¡Hola, amiga! Desde la primaria no nos veíamos.

No se requiere un examen concienzudo de estos enunciados para percatarse que el problema básico de la expresión no estriba en su brevedad o en la falta de ella, sino en la intencionalidad y la intensionalidad del mensaje; sin olvidar su contexto.

Una sola palabra dice tanto y tan poco...

Y la suma de palabras tampoco es garantía suficiente de claridad y eficiencia comunicativas. Apenas los signos de puntuación ayudan mínimamente a la función del texto. Y es con mucho el contexto lo que provee de dirección y sentido al constructo surgido de la unión de moléculas conceptuales.

Esta misma explicación adolesce de excesos tanto como de omisiones, pues lo que se pone invariablemente a prueba en el fenómeno comunicativo, no es la habilidad de hablar o escribir (de expresar), y cuantimenod la de informar. Lo que en realidad se pone a prueba es la apertura o cerrazón, la flexibilidad del nexo entre expresión e información.

La intuición descansa, juguetea y se esconde entre líneas, entre palabras e incluso entre la insignificancia aparente de cada signo individual. Eso es lo que se pone a prueba cuando se emplea el lenguaje, en cualquiera de sus formas, para decir o callar el pensamiento o el sentir.

Lo probado es la razón...

Lo puesto en entredicho y a examen de conciencia es lo que un Yo indeclinable pretende con o contra un Tú diferenciado; o lo que deja de proponerse. Porque en el acto comunicativo está la decisión o la falta de ella. Se decide amar u odiar, o simplemente ignorar al ser semejante al Uno que toma la iniciativa de emitir su dicho o de atender el de otro.

Lo que se pone a prueba y evidencia y verifica es la humanidad del ser, la existencia de la persona humana, presente o ausente.

Al escribir esta disquisición me hallé presente ante mí. Siendo mismo. Mas, al leerme tú, ahora, me sabes ausente de algún modo corpóreo y sustancial y, sin embargo, estoy presente virtualmente por gracia de mi obra en expresión; por obra y gracia de mi invención.

Porque, al conjuntar estas ideas y las que las anteceden, me invento y creo una imagen esencial aunque vaga (o quizá vaga por esencial) de Mí. Ingreso en el terreno metafísico y me convierto en un fenómeno; el de la comunicación. Pero me vuelvo un fenómeno que se absorbe en sí mismo y se transforma en mí, mutándome, dándome doble valencia; pues al escribir me leo y al leer me describo.
Soy en este instante consumidor de líneas de palabras que, en un comienzo, alguien a quien llamo autor dejó en libertad sobre la superficie que ahora recorren mis ojos.

Lo que leo, no lo escribí yo sino otro y, sin embargo, por mencionarme, encuentro que mi ser está fundido al de otro. Sus palabras son ahora mías.

Ya no leo al autor...

Me escucho siguiendo un tren de ideas como provenientes de mí. Están en mi cabeza y es mi cabeza la que les da el sentido. Escribo con mis ojos y mi mente lo que el autor primario dejó volar hasta mí.
Este texto es ahora mío. La comunicación se ha producido.

La preocupación de otro ahora me pertenece. Puedo hacer con ella lo que me plazca: olvidarla, ampliarla, resolverla, difundirla y comunicarla a otros que, como yo, en su momento y espacio, repasaría mis propias construcciones ideológicas.

Entonces, como en el amor, dejaré de ser yo para ser otro, fundido ni más ni menos que tuyo, en una espiral continua y constante que va del silencio al estruendoso descubrimiento del Ser en mí.

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